Los trastornos asociados al latigazo cervical (WAD, por sus siglas en inglés) es el término que describe adecuadamente las lesiones sufridas como resultado de la aceleración-desaceleración repentina de la cabeza y el cuello, más comúnmente durante una colisión de un vehículo de motor. En muchos casos, los pacientes buscan atención quiropráctica para tratar los múltiples síntomas vinculados al WAD, como dolor, rigidez, espasmo muscular, dolor de cabeza, confusión cognitiva/conmoción cerebral, mareos, y más, especialmente cuando son incapaces de realizar sus actividades normales cotidianas. Entonces, ¿qué puede esperar un paciente cuando se presenta para recibir atención?
En primer lugar, se recopila un historial detallado de la colisión o el mecanismo de la lesión seguido de una lista detallada de preguntas para cada dolencia, como la aparición tras el impacto, los factores que incrementan y disminuyen el dolor, la calidad del dolor, la localización/irradiación de los síntomas, la clasificación de la gravedad (dolor actual, en promedio, en el mejor, en el peor de los casos), el momento de aparición de los síntomas (peor por la mañana que por la noche) y, lo que es más importante, los antecedentes de dolor y/o lesión de cuello. Cuando hay dolores de cabeza, es importante obtener información histórica adicional: localización, duración, intensidad, calidad, factores que incrementan o disminuyen el dolor de cabeza, antecedentes familiares con dolores de cabeza, y más.
El siguiente paso es un examen minucioso del cuello, la espalda, las extremidades, el sistema nervioso, y la postura que incluirá observación, palpación, pruebas ortopédicas de provocación, pruebas neurológicas y, a menudo, radiografías para evaluar la postura de la columna cervical, descartar fracturas, y mucho más. También se pueden tomar radiografías de esfuerzo inclinando la cabeza hacia adelante, hacia atrás, y hacia los lados. Si hay alteración del equilibrio o mareos, puede realizarse un examen de los movimientos oculares. Si se necesitan pruebas especiales, la mayoría de los quiroprácticos disponen de una red de profesionales aliados de la salud con quienes consultar, gestionar conjuntamente y/o remitir a los pacientes.
Esta información se utilizará para determinar todos los posibles generadores de dolor (tejidos lesionados) de modo que pueda diseñarse un plan de tratamiento. El enfoque inicial tras la lesión (la etapa aguda) consiste en educar al paciente, alentar la reanudación de la actividad normal dentro de las tolerancias del dolor, reducir la inflamación (colocar hielo/quitar/colocar/quitar/colocar) o contraste (frío/calor/frío/calor/frío) y ejercicios y terapias manuales para ayudar a restablecer el movimiento normal. Para complementar la atención en el consultorio, también pueden emplear modalidades de fisioterapia como ultrasonido, estimulación eléctrica, láser, campo magnético pulsado, etc.
Se realizarán nuevos exámenes periódicamente para evaluar el progreso del paciente. Si logra la máxima mejoría, es posible que se le dé de alta. Sin embargo, si la afección no responde a los cuidados como se esperaba, el quiropráctico puede modificar su enfoque o remitir al paciente a un proveedor de atención médica aliado para que le preste servicios que no suelen ofrecerse en un entorno quiropráctico.
