La atención quiropráctica es una gran opción de tratamiento conservador para el paciente con dolor lumbar. Si bien muchos pacientes visitan a un quiropráctico para evitar pasar a la cirugía, hay personas con antecedentes de dolor de espalda que optaron por la cirugía pero continúan experimentando dolor y discapacidad. ¿Puede un médico quiropráctico ayudar al paciente con dolor lumbar posquirúrgico?
El término actual para describir al paciente posquirúrgico que continúa reportando dolor es síndrome de dolor espinal persistente-2 (PSPS-2, por sus siglas en inglés). Los términos más antiguos que el lector puede haber visto o escuchado previamente incluyen síndrome de cirugía fallida de espalda (FBSS, por sus siglas en inglés), síndrome postlaminectomía, degeneración del segmento adyacente, dolor espinal crónico después de la cirugía, y síndrome de columna posquirúrgico. Una revisión sistémica del 2017 estimó que—dependiendo de criterio utilizado—el PSPS-2 puede ocurrir entre el 4% y el 50% de los pacientes después de una cirugía lumbar.
La columna lumbar de una persona promedio contiene cinco segmentos de movimiento (L1-L5), pero un pequeño porcentaje puede tener una vértebra adicional que puede aumentar el movimiento de la columna y reducir su estabilidad. Las personas con esta variación de la columna pueden someterse a un procedimiento de fusión para reducir el movimiento de la columna y aumentar la estabilidad. Cuando un paciente de este tipo busca atención quiropráctica, su médico quiropráctico tendrá que considerar no solo el efecto que la fusión tiene en los niveles adyacentes por encima y por debajo de la región fusionada, sino también el tipo de biomateriales utilizados en el proceso de fusión. Por ejemplo, las placas y las varillas suelen estar sujetas a la vértebra mediante tornillos, que pueden aflojarse o romperse. En estos casos, un método de tratamiento sin empuje, como la movilización espinal o la liberación miofascial, puede ser la opción adecuada.
Los médicos quiroprácticos también tienen la opción de utilizar la manipulación espinal, que es un impulso único de alta velocidad y baja amplitud (HVLA) que se envía a una región espinal para mejorar el movimiento donde esté deficiente. Al final, la elección del tratamiento puede depender de varios factores, como la preferencia del paciente y del proveedor, la presencia de osteoporosis o hipermovilidad, preocupaciones de seguridad como la cercanía o la región del equipo, y la comodidad del paciente durante el ajuste previo a la manipulación.
Una revisión sistemática publicada en el 2020 que analizó los datos de 51 estudios encontró evidencia moderada para recomendar terapias sin empuje, como la neuromovilización y la liberación miofascial, versus otras terapias manuales para el paciente con posfusión lumbar PSPS-2. La revisión no determinó que las terapias de empuje o sin empuje sean más efectivas para otras intervenciones quirúrgicas y recomendó más investigación sobre el tema. Hasta entonces, el enfoque más apropiado utilizado dependerá del caso único del paciente, sus preferencias de tratamiento, y la capacitación y experiencia clínica de su quiropráctico.